¿TODO PARA EL PUEBLO PERO SIN EL PUEBLO?

Hace 2 años 465

Nélida Zaitegi estará con ADIDE CLM el próximo 14 de octubre en las VII Jornadas Regionales de Inspección de Educación para hablarnos sobre “La participación en educación en una escuela post-covid. Nos comparte estas reflexiones para ir preparando nuestro aprendizaje.

La participación de la infancia y la juventud es uno de los retos pendientes de la escuela como institución. Cuando se ha abordado ha sido más con un carácter preceptivo y regulado (Consejos Escolares) que realmente educativo y como formación para la ciudadanía, tal como se dice en el currículo. Por ello, es necesario hacer una reflexión profunda al respecto y clarificar el para qué, el porqué y el cómo de la misma.

  1. ¿Qué es participar?

Es un proceso que tiene por finalidad influir en la toma de decisiones en aquello que va a tener incidencia en nuestra vida y que se compone de varias fases. En primer lugar, es imprescindible disponer de la información necesaria que permita elaborar un criterio propio bien fundamentado; en segundo, poder contrastarlo y debatirlo con otras personas a las que también atañe y, finalmente, llegar acuerdos y consensos sobre la mejor decisión para todas ellas.

Resumiendo, la participación es un proceso que implica: conocer, disponer de información significativa; querer, intención y deseo de aportar propuestas valiosas y poder, es decir, disponer de espacios, tiempos y metodología (estrategias y herramientas) para hacerse oír e influir en las decisiones que les atañen.

La toma de decisiones, como final del proceso participativo, no siempre es vinculante, pero se ha de tener voz, escuchar, negociar y, finalmente, conocer los criterios últimos de las decisiones, tal como se ha de exigir a las instituciones en un ejercicio de transparencia y buena gobernanza.

Si la finalidad de la participación ciudadana es el ejercicio de la democracia y la ciudadanía activa para contribuir a una sociedad mejor; en el caso del alumnado,  niños, niñas y adolescentes, adquiere otra dimensión mucho más importante: el aprendizaje  profundo y vivencial de ambas y el desarrollo de las competencias para actuar en el ámbito público y ejercerla con éxito, generando sentido de pertenencia y corresponsabilidad, ahora en el centro y más tarde en la sociedad..

Según las conclusiones del informe UNICEF (2003), la participación es un proceso que:

• Aumenta la capacidad de los niños y niñas a formarse un juicio propio y expresarlo, escoger entre diversas opciones y aceptar responsabilidades.

• Promueve valores democráticos y prepara a los niños y niñas para cumplir sus funciones de ciudadana o ciudadano global.

• Contribuye a incrementar el respeto mutuo, la tolerancia y la aceptación de la diversidad.

• Promueve la negociación y ayuda a prevenir conflictos.

• Fomenta el respeto y el reconocimiento de la infancia como personas de derecho propio.

• Incrementa el efecto y la sostenibilidad de las intervenciones a favor de los niños y niñas.

  • ¿Por qué debe participar el alumnado?

Porque es el único medio que garantiza el desarrollo de las competencias necesarias para actuar en el ámbito público y el ejercicio pleno de la ciudadanía crítica y responsable:

  • Aprender a pensar, analizar, sacar conclusiones, desarrollar el pensamiento crítico, la autonomía,  la corresponsabilidad en las decisiones y las consecuencias que de ellas emanan.
  • Personales (tomar decisiones, asumir riesgos, desarrollar la autonomía,…), Sociales: comunicación (expresarse y escuchar), empatía, negociar, consensuar…
  • Valores que han de iluminarlas: respeto, solidaridad, responsabilidad, …

Porque la educación formal ha de garantizar el desarrollo de los valores democráticos y la ciudadanía crítica a través de la preparación para la intervención en la vida pública.

Porque la participación del alumnado, más allá de un derecho, que lo es, es una necesidad para el desarrollo de la competencia social y ciudadana. Sin ella, no será posible una ciudadanía crítica y comprometida con el bien común.

Más allá de las prácticas esporádicas, ha de ser sistemática para que les permita sentirse parte del centro y poder influir en su proceso de aprendizaje y en cuanto les ataña tanto en el  aula, como en el centro y en su entorno próximo y remoto.

Porque es una parte fundamental del currículo ya que los derechos y deberes personales y colectivos se aprenden e incorporan a la vida a través de la experiencia y la reflexión sobre la misma. Por ello, ha de estar en los principios del Proyecto Educativo, después, se ha de incorporar a la Programación General Anual y, finalmente, a las prácticas cotidianas de aula y de centro, de manera sistemática y no puntual. Evaluada cursos a curso y recogido en la memoria Anual. De lo contrario, se queda en buenas intenciones que se diluyen y desaparecen de las prioridades reales de la práctica educativa, como pasa con otras competencias fundamentales.

Por otra parte, puesto que  es una de las finalidades fundamentales de la educación, ¿por qué no incorporarlo al expediente personal del alumnado y ponerla en valor?

  • Del dicho al hecho: A participar sólo se aprende participando

Nos quejamos con frecuencia de que el alumnado no participa, pero la pregunta que hemos de hacernos, es  por qué no lo hace.

En la mayoría de los casos, su participación es más formal que otra cosa. Tanto en los consejos escolares como en otros actos municipales, no se cuida el proceso, lo que implicaría dotarles de la información necesaria, los espacios y tiempos para el debate, la elaboración de propuestas serias y consensuadas. Finalmente, tienen poca o nula incidencia en las decisiones y ni siquiera se les informa de los criterios con que se han hecho.

Esta pseudoparticipación es perversa porque, más allá de ser un simulacro, suele servir para tranquilizar pensando que ya se hace, sin entrar en el  fondo de la cuestión; es decir, ¿qué han aprendido de la experiencia?, ¿para qué les ha servido? Si lo hiciéramos es posible que no encontremos con respuestas poco agradables.

Si queremos jugar limpio, si no queremos que aprendan el cinismo de hacer como que se hace y que es más importante lo que parece que lo que, de verdad, es, empecemos por dar la posibilidad de que participen en aquello que realmente influye en su  vida y hacerlo seriamente.

Comenzar por conocer el proceso en todas sus fases y aprender lo que cada una implica, es decir, aprender a participar. Aquí es cuando aparece la responsabilidad del profesorado y del centro en su conjunto.

Sin trampas, hablando claro para generar expectativas reales y confianza. Dar  a conocer en cada caso, los distintos niveles de participación: cuando se trata de una consulta para conocer su opinión y poder tenerla en cuenta, cuando se trata de elegir entre distintas opciones, que ya es una decisión, cuando se piden propuestas concretas sobre algo, posibles  soluciones a un problema concreto, etc.

En todo caso, deben estar claros los principios y normas de la participación: finalidad, metodología, herramientas, toma de decisiones y responsabilidades. Y, dando un paso más, que sea el propio alumnado quien planteé en qué y cómo participar

Este proceso, se ha de iniciar al comienzo de la escolaridad, para que vayan desarrollando un rol protagonista de su aprendizaje y desarrollen las competencias citadas al principio, de modo que según vayan avanzando y lleguen a  la adolescencia quieran y sepan participar y estén preparados para el ejercicio de una ciudadanía activa y responsable.

Enseñar y aprender a participar supone dar la información necesaria y adecuada a su edad, posibilitar  el diálogo y el debate y cómo llegar a acuerdos con el mayor consenso posible.

Dar la oportunidad de comprobar lo motivador que puede ser tener ideas, hacer proyectos, llevarlos a cabo y asumir la responsabilidad que todo esto conlleva. Procesos que son necesarios para crecer personal y socialmente.

  • Algunas reflexiones y propuestas

Vaya por delante, que existen experiencias interesantes y valiosas de las se puede aprender.

Sin embargo, las prácticas de participación generalmente suelen ser a través de la representación del alumnado en el consejo escolar o en la figura de delegada/o de aula. 

Sobre ambas, son necesarias algunas reflexiones: una, sobre cómo se elige a quienes han de hacerlo y otra, al cómo se ejerce esta representación. Los liderazgos, en muchas ocasiones, se concentrar en un tipo de alumnado y deja fuera a otro, generalmente el más desfavorecido, con lo cual, una vez más, queda silenciado. Por una parte, evitar que sea siempre este alumnado quien represente al resto y, por otra, potenciar y promover la voz y la escucha  a todo el alumnado,  con todas las voces y todos los matices, lo que es fundamental si queremos una educación inclusiva de verdad.

En cuanto a cómo se ejerce esta representación, es fundamental que se preparen las reuniones en clase previamente para analizar los temas a tratar y el posicionamiento ante ellos, además de proponer otros temas que la clase considere necesaria, generando un debate y escuchando todas las voces (aprender a dinamizar reuniones de este tipo, es muy importante)

La información posterior, sobre lo acontecido en la reunión, las decisiones tomadas y los criterios utilizados para ello, así como las consecuencias que emanan de ellas y les atañen directamente.

Los escenarios de participación infantil en la escuela, son varios. En el aula les permite experimentar la toma de decisiones y desarrollar la capacidad de reflexión. En el centro fomenta el desarrollo de la convivencia, el diálogo y la cohesión entre iguales. En el entorno, propicia que se perciban como parte de la ciudadanía y puedan intervenir para hacerse oír y poder exponer sus necesidades y sus propuestas

Por ello, para promoverla se propone hacer un repaso de los distintos escenarios en que se su vida se desarrolla:

  • Aula. ¿Qué pasa en mi clase, qué problemas  detecto (Cómo aprendemos más y mejor; tiempos; relaciones,  buenos tratos, cuidados), lo que permite desarrollar la capacidad de reflexión; 
  • Centro: patios, organización, extraescolares, voluntariado, proyectos sociales…; generando cohesión social y sentido de pertenencia;
  • Barrio: lo mejor, lo mejorable, responsabilidades, informes y propuestas;, posibilitando un análisis crítico de su entorno próximo; 
  • Municipo: detectar situaciones complicadas y propuestas al Ayto. como proyectos de aprendizaje servicio; lo que permite incrementar las posibilidades de influir en los comunitario; 
  • Otras: relacionadas con los ODS y el cambio climático, la economía circular;  a través de propuestas de proyectos innovadores.

La imaginación al poder! Que tengan la posibilidad de decir en qué y cómo participar. Que puedan experimentar y desarrollar las competencias para la vida, haciéndose conscientes de cómo se puede influir tanto es su entorno cercano como  remoto e incrementen su responsabilidad en ellos.

Otras posibilidades de poner en práctica las competencias para participar (saber, querer y poder) pueden ser la comisiones de distinta índole que puedan crearse en el centro y que pueden estar compuestas por distintas personas de la comunidad educativa del centro (e incluso por personas externas que quieran colaborar)

Hacer un análisis de necesidades del centro para mejorar su funcionamiento es el primer paso continuar por promover que todo el alumnado y familias, sean como sean y vengan de donde vengan tengan la oportunidad de ofrecer un servicio al centro.

Algunas posibles comisiones:

  • Internas: las que el alumnado y `profesorado consideren necesarias: Alumnado ayudante, clubs de valientes, mediadores/as, convivencia, coeducación, sostenibilidad, ….
  • Cuidado y cohesión de la comunidad: encargada de acoger a los nuevos miembros de la misma, sea profesorado, familias o alumnado, así como a otros visitantes que llegan a la escuela. Detectar necesidades y proponer celebraciones, fiestas, …
  • Comedores y patios. Espacios y tiempos a cuidar de manera especial
  • Comunicación interna y externa: noticias internas, comunicados al alumnado y familias.  marketing del centro y comunicaciones a la comunidad para dar a conocer el centro y  mejorar su imagen.
  • Participación: seguimiento y calidad de la participación de la comunidad educativa. profesorado, alumnado y familias, otros agentes del entorno.
  • Entorno: acciones participativas más allá de la escuela mediante las relaciones que se establecen con la comunidad y la administración local.
  • Otras: biblioteca, huerto escolar, extraescolares, deportes, salidas, ….

Crearlas puede tener su complejidad, pero pueden ser de mucha ayuda para generar sentido de pertenencia y facilitar la transparencia y una mejor gobernanza.

Para garantizar su correcto funcionamiento es imprescindible la formación tanto para dinamizarlas como para evaluarlas y hacer un seguimiento continuo de su funcionamiento.

Finalmente, en el ámbito de la convivencia, como miembro de CONVIVES, insisto en la importancia de la elaboración participativa de las normas, tal y como proponemos en los diseños de los planes de convivencia

El proceso, comienza con los debates sobre la necesidad de las normas que nos ayuden a estar mejor y aprender más, cuales son las normas que necesitamos, su redacción, los tiempos y momentos para revisar su cumplimiento y, de ser necesaria, su posible modificación. Todo ello con el fin de incrementar la auto regulación, la autonomía y la responsabilidad que, a la vez, evitará, que sea el profesorado quien controle el cumplimiento de las normas. Son suyas, suya la responsabilidad de su cumplimiento y quienes deciden qué se hace cuando no se cumplen. Todo ello constituye una experiencia muy valiosa y que les hará enfrentarse a más un dilema moral, lo que es un magnifico para el desarrollo del pensamiento crítico.

Nélida Zaitegi.  Marzo 2021

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