Este escenario de relativa garantía con respecto a tiempos pasados no puede permitirnos relajarnos, pues muchas son las incertidumbres que rodean a la clase trabajadora hoy en día. Por una parte, los avances tecnológicos suponen una creciente automatización de procesos y la robotización en algunos sectores laborales puede llevar a la desaparición de ciertos empleos. A esto se le suma, la reciente aparición en el escenario de la Inteligencia Artificial aplicada al mundo laboral, cuyas consecuencias estamos lejos de adivinar, pero que seguro tendrá una gran incidencia.
La globalización ha hecho que los trabajadores tengan que competir con profesionales de todo el mundo, lo que aumenta la presión y la exigencia en el mercado laboral. Por si fuera poco, la precariedad laboral se está instaurando con demasiada celeridad en algunos sectores, que lleva aparejada contrataciones de forma temporal, con jornadas parciales muy reducidas o a través de servicios de outsourcing (subcontratas y externalización de servicios), lo que dificulta la estabilidad y el desarrollo profesional. Supongo no hace falta aclarar, cómo están afectando a nuestro día a día “imprevistos” tales como la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 o la guerra en Ucrania, o como lo hará el “previsto” cambio climático, si tenemos en cuenta los modelos científicos de predicción publicados en el informe del IPCC de 2022.
Derivado de todo ello, se están generado cambios significativos y muy rápidos en el mundo laboral, que provoca en muchos trabajadores una gran inseguridad en cuanto a su estabilidad y futuro laboral.
No debemos olvidar que los empleadores, tanto privados como públicos, siguen trabajando sin descanso por maximizar sus ingresos y/o reducir sus gastos. Para ellos seguimos siendo un factor de producción más. Y por tanto no debemos bajar la guardia y seguir realizando una labor de contrapeso, en aras de crear una sociedad más igualitaria y justa. Un trabajo digno y con garantías es un derecho.
Los docentes, a veces tan denostados socialmente, por supuesto, también somos trabajadores. Muy resumidamente nos dedicamos a dar clase, aunque solo un docente sabe el desgaste que puede suponer una hora de docencia directa con alumnos. No obstante no nos quedamos ahí: preparamos estas clases en casa y elaboramos materiales, adaptándolos a la diversidad del alumnado con que contamos en clase; corregimos y evaluamos las producciones (actividades, trabajos, exámenes, prácticas, proyectos … ) elaborados por los alumnos; atendemos las demandas de los padres y nos preocupamos por nuestros alumnos; realizamos reuniones de trabajo de diversa índole (evaluaciones, Claustros, de nivel, de tutoría, de departamento, etc); nos matriculamos en acciones formativas constantemente para estar actualizados; y por terminar, aunque seguro se podrían añadir muchas más cosas a esta lista, dedicamos mucho tiempo diario para afrontar la creciente y excesiva burocratización a la que se está sometiendo la educación, no siempre justificada en relación a la mejora de la calidad educativa.
Al inicio de este curso 2022/23 un chico que había sido adjudicado por primera vez y comenzaba su andadura como profesor de secundaria llamaba preguntando una duda sobre su horario. Tenía un tercio de jornada, que se corresponde legalmente con 7 periodos lectivos y sin embargo le habían asignado cinco más, un total de 12. Llamaba según recomendación de su jefa de departamento, pero no terminaba de compartir la supuesta queja, pues él argumentaba que “yo no soy sindicalista”. La respuesta fue clara: “Aplaudimos tu gran motivación y tus ganas de trabajar. Podrías aceptar este horario. Sin embargo, tendrías que saber que si tú vas a tener 5 periodos más, es porque alguien los tiene de menos. Además deberías tener claro, que cada periodo lectivo se traduce en más horas de trabajo en cuanto a preparación, correción, etc, que te restarían tiempo que vas a necesitar para atender a las que realmente te corresponden, en especial al inicio cuando no cuentas con experiencia. Por si fuera poco vas a percibir una tercera parte del salario completo. Es posible que nadie se sienta sindicalista hasta que le hacen a uno serlo. Lo importante es que si algún día quieres, tengas la opción. Por tanto, no la descartes de partida”.
Es solo un ejemplo, pero muy gráfico de lo que está ocurriendo. La memoria social también hay que ejercitarla. Hay que educar a las nuevas generaciones también en este aspecto. No podemos retroceder. Echemos un ojo pues al pasado, para que no se nos olvide y sepamos en todo momento de dónde venimos. Miremos con firmeza al futuro, con el punto de vista en la mejora de la calidad de la enseñanza y actuemos en consonancia con todo ello en el tiempo presente. Depende de ti. Depende de todos.
Disfruten de su trabajo como docentes, que exige gran dedicación, pero sin duda es uno de los más bonitos y apasionantes que existen. Ver crecer intelectual y humanamente a los alumnos a través de todas las etapas educativas es ciertamente gratificante. Sin embargo, eso no esta reñido con reivindicar determinadas condiciones laborales que en definitiva permiten ofrecer un servicio público educativo de calidad. Y esto es precisamente lo que celebramos este día.
Feliz día del Trabajo.